*En medio del desarrollo urbanístico de la capital tlaxcalteca, hay rincones en el horizonte donde, a pesar de su modestia, hay un legado significativo: La Capilla de San Nicolás Tolentino, un pequeño templo que alimenta a devotos que buscan un rincón para su fe
Beto Pérez
Tlaxcala, Tlax. – Construida en 1647, la capilla de San Nicolás Tolentino es un ejemplo sobresaliente de la arquitectura franciscana en México, destaca por su sencillez y un encanto rústico.
La fachada que mira hacia la plaza que lleva el mismo nombre, es la parte más antigua. De estilo plateresco, exhibe una profusión de detalles que narran tanto la llegada de los conquistadores como la evangelización de los pueblos indígenas.
Fue construida modestamente con piedra de xalnene y adobe. Sus columnas son estriadas y los relieves tallados en cantera muestran la fusión de elementos europeos y prehispánicos, un testimonio del sincretismo cultural que marcó esta era.
Los techos abovedados de viguería y las paredes blancas resguardan retablos dorados que relucen con la luz tenue de las velas. Aunque en el altar mayor ya ha sido colocada una imagen dedicada a la crucifixión de Cristo, a un costado se encuentra San Nicolás Tolentino, patrono de la capilla. Las imágenes de santos y vírgenes, meticulosamente colocadas en los altares laterales, cuentan historias de fe y milagros que han trascendido generaciones.
Uno de los elementos más notables, es la Cruz Atrial a un costado de la Capilla, sobre la entrada a la calle Xicohténcatl. Una cruz que recuerda la muerte de Cristo en la tradición católica; ahí se puede reconocer la inscripción INRI (Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum, en español: “Jesús de Nazaret, rey de los judíos”), además de los clavos, el martillo y la corona de espinas con que fue sometido el mártir.
Irradia una serenidad que invita al visitante a contemplar su belleza sobria y a sumergirse en su atmósfera de paz. Al ingresar, se puede apreciar el interior adornado con retablos de madera tallada y pinturas religiosas. Estas obras de arte, aunque simples, reflejan la devoción ferviente de la comunidad hacia su santo patrón y sirven como recordatorio de la importancia de la fe en la vida diaria de los habitantes locales.
La capilla es un punto de referencia en el centro del estado que sabe equilibrar entre la llegada de turistas y un espacio para la devoción de locales. A lo largo de los años, ha resistido el paso del tiempo y los desafíos del clima.
Cada grieta en sus muros cuenta una historia, cada vela encendida en su interior guarda un deseo o una súplica. Es un refugio espiritual que ha visto crecer y transformarse a la comunidad que la rodea, un testigo silencioso de la historia viva de Tlaxcala.